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viernes, 15 de abril de 2011

En el Día Internacional del Libro Infantil

2 DE ABRIL
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La autora recuerda a escritores y sus valiosas obras. Foto: ARCHIVO EL LITORAL.
María del Carmen Villaverde de Nessier
cultura@ellitoral.com
En el Día Internacional del Libro Infantil hagamos un homenaje a la imaginación en sus largas rutas que escapan al raciocinio general.
¿Hay límites en este campo de “vuelo libre”? No, no hay límites porque es imposible frenar la creatividad cuando se echa a correr por las espirales de la libertad creativa, de viajar con la imaginación para decir cosas lindas y emocionantes. Viajar por los miles de mundos que se pueden construir más allá de lo visto o previsto en el mundo de la literatura, en el mundo de los escritores que por ese vuelo pueden conjugar con armonía, la ficción, la realidad, el juego, la ciencia, el arte, los asombros; el rumor artesano de las palabras, en las poesías, en los cuentos.
En esta día recordemos juntos, en nuestras familias y en nuestras escuelas, algunas obras muy valiosas:
“Las aventuras de Naricita”, en Monteiro Lobato; “Las torres de Nüremberg”, de José S. Tallón; “El país de la geometría”, de María E. Walsh y toda su obra; “Los sueños del sapo”, de Javier Villafañe; “El robot fugitivo”, de Lester del Rey; “El cántaro fresco”, de Juana de Ibarbourou; “Rafael Alberti para niños y niñas”, de Rafael Alberti; “El alhajadito”, de Miguel A. Asturias; “País de Silvia”, de María H. Lacau; y “Vamos a calentar el sol”, de José M. de Vasconcellos.
Y en esta ocasión es bueno recordar también el libro: “Pequeña historia de la imprenta en América” de Félix Ugarteche, destacando que los primeros talleres tipográficos del continente funcionaron en la ciudad de México en 1539 y luego en Lima en 1581, mientras que la primera imprenta del Virreinato del Río de la Plata fue construida por sacerdotes jesuitas en 1630. Fue un Taller montado en Loreto (misiones jesuíticas) donde se imprimió el “Primer diccionario español-guaraní”.
Esa imprenta se traslada a Buenos Aires en 1580, funcionando en la “Casa de Niños Expósitos” que produce, en 1801, el “Telégrafo Mercantil”, un diario con historia.